Analizo todo esto del pensamiento, las ideas sublimes, abstractas e inmateriales y demás fanfarronadas que reflexionan sobre la reflexión del reflexionamiento reflexionado... ¿Y qué? Al fin y al cabo las cosas son como son y poco o nada puede hacer un simple mortal sin apellido famoso como yo, tú o cualquier otro que pertenezca al 0.01% de la población no famosa.
Tengo sentimientos encontrados con respecto a la educación, famosa a nivel mundial por su supuesta promoción de pensamiento crítico y objetivo. En la vida real, la de los adultos, la educación sirve para poco, pero aún así, me gusta aprender tanto de manera formal como informal y no quiero renunciar a seguir creyendo que es una especie de fuente de evolución personal. Aún así, soy realista: no abre tantas puertas como a muchos nos dijeron, ni nos garantiza el mejor puesto o la mejor remuneración en un mundo lleno de injusticias, vagos y recostados al güevo ajeno.
¿Y pensar? A veces, nos lleva a creer que sólo por pensar merecemos más. Desafortunadamente, este planeta, especialmente este país, no premia al que piensa, al que reflexiona, al que critica, al que le saca el jugo a las experiencias, al que siempre tiene buenas ideas. Premia al deshonesto, al más avispado, al que hace plagio, al borrego simplón que va con la corriente, al hablador, al parrandero, al hipócrita.
Así que queridos amiguitos, si te gusta pensar, re-pensar y requetecontrapensar... prepárate... nada bueno se nos viene encima.
24 de julio de 2010, 0:08
No puedo coincidir menos con Ángela. No estoy tan seguro de que las cosas "son como son". Tampoco creo que haya un divorcio entre pensamiento y realidad práctica. Si nada bueno se nos viene encima (y yo quiero pensar que no es tan así), es justamente por pensar poco. Este gobierno que nos deja el 7 de agosto fue deshonesto y corrupto, pero (para citar de nuevo a Ángela) las cosas "son como son". Y tal vez así lo dejamos. Pensar es, en ese sentido, lo único que nos queda. Nada peor que acostumbrarse al horror.
24 de julio de 2010, 11:34
Los que pensamos somos pocos y por eso nos toca, literalmente, nos toca, acostumbrarnos al horror.
24 de julio de 2010, 13:08
Bueno, creo que acostumbrarnos al horror es, justamente, dejar de pensar. Apagar la máquina. Y bueno...
26 de julio de 2010, 15:35
Acostumbrarnos al horror forma parte de la aceptación de cómo son las cosas, pero eso no significa dejar de pensar. Significa ser más realista con respecto al alcance de los ideales que tenemos. ¿De qué te sirve pensar que vas a cambiar el mundo? Te sirve más pensar en cómo puedes cambiar tu cuadra e ir avanzando de a poquito pero con paso firme y metas posibles, no con patrañas irrealizables que a la larga siempre son un fracaso. Las cosas grandes empiezan desde pequeñas semillas que a veces, por el idealismo voraz, olvidamos sembrar y alimentar.