Baudrillard se toma un canelazo

domingo, 25 de julio de 2010 10:31 Publicado por Maga
Por: Xëh Reyes 


Ella le hace tremendo honor a su nombre. Cada pigmento de su piel lo corrobora. Esa festiva pero desolada noche, caminaba sola por aquel pequeño pueblo de la sabana cundiboyacense. Canela tiene 16 años, piernas torneadas, espalda recta y abdomen plano. Ojos café claro, luce con orgullo su nuevo corte de pelo; mitad de la cabeza pelada, y del otro lado una cascada de cabellos ensortijados de color canela también. Paseaba sola por el pueblo, observaba el mundo con cierta actitud, como si éste no existiera o fuese ficticio para ella. Lo observaba y a la vez no. Su mirada parece haberlo entendido  ya todo, y las desgracias humanas le son indiferentes. La fuerza de sus pasos al andar, reafirmaba cada uno su presencia en la tierra de los hombres, pero ella parece sencillamente no pertenecer o pertenecer demasiado bien. 


Cada humano del sexo masculino, sucumbe a su joven y radiante belleza, y ella por ahí camina tan de ella y tan de nadie, que es muy fácil intimidarse. Quien a ella se acerca no deberá ser ningún don nadie, deberá darle un buen alimento a su cabeza llena de respuestas sin contestar, y preguntas por hacer.  El frío cobijaba la noche, y buscando calor en un viejo bar de ancianos, Canela, sin antes hipnotizar a sus coterráneos, se sentó en la barra y pidió un canelazo, una bebida a base de aguardiente y agua de canela, famosa por calentar el cuerpo en noches de frío y por sus facilidades para conseguir una buena borrachera. Canela se baja atónita por un segundo de su mundo fantástico perturbada por la fija mirada de uno de los ancianos sentados a su derecha. 


Con su infinito amor por el mundo sonríe amable en gesto de saludo. 


-“El sujeto sólo puede desear. El objeto sólo puede seducir” fue correspondida por dicho señor, que continuó con una sonrisa.  


-“no soy aquel objeto maldito, obsceno o esclavo del que habla, recuerde que  es usted quien inventa su propia historia, ya tendré yo mis pensamientos sobre usted” dijo Canela con una carcajada deliciosa. En esos momentos, con aires de resignación y encantación el amigo pidió un canelazo. 


Con cara de no saber ya más cómo hablarle, el anciano miraba con determinación algún punto de vacío, y tomaba del pequeño vaso algunos sorbos de la bebida caliente. Aferrado a sus palabras prosiguió:


-“Joven mujer, dijo con un tono de hombre sabio la seducción no es misteriosa como crees, es enigmática. Me explico… el enigma es cómo el secreto, no es oscuro, ambiguo o incoherente. No es lo ininteligible. Otra cosa es que nunca sea dicho o revelado. El resto, la búsqueda de esa revelación, no es ningún misterio, ha de ser la mecánica del juego”. 


Canela sin dejar de pensar en  las palabras del hombre, intercambió su nombre con el de él. Lamiendo de sus frescos labios algunas gotas de canela, tomó pronto con su actitud de constante estudiante un cuaderno de apuntes que llevaba en su mochila, escribió algo y con una pícara sonrisa cerró el pequeño diario. Vio en los ojos del anciano una mirada recién inquietada, de seguro él  deseaba en ese momento leer dicha frase pero y quién se atreve ahora a dar la primera palabra después del pequeño discurso anterior. Se observaban cómplicemente, ambos con  una ligera sonrisa entre la bocada. Una gran carcajada rompió el inquietante silencio. 


-“Parece una escena sacada de una película”, se burla Canela de la irónica situación. 


El anciano pensó un segundo en las palabras de Canela y luego estalló en una risa incontenible que elevó toda la sangre de su cuerpo a su cabeza. Canela que se reía de la cara del viejo, le insistía en que le contara que le había hecho tanta gracia. Él haciendo un gran esfuerzo por parar de reír y tratando de articular lo mejor posible sus palabras  le comenta bajando un poco la voz entrecortada por la fatiga:


-“Ya lo sobrepasamos absolutamente todo, ya no sabemos cuales son los límites entre la escena y la realidad!”. Y ambos estallaron de la risa, mientras que los demás clientes del bar sólo los veían como un par de locos.


Canela salió del bar con su nuevo amigo por el brazo, diciendo:


-Ese tu mundo, material e histórico, ya conoce su destino fatal. Consiguió lo creído imposible: simularse a si mismo. En cambio, éste mi mundo, ya no tiene ley, no conoce represiones mentales, ni paradigmas ancestrales. Ya no existe la ilusión, es el mundo de lo más real que lo real; el éxtasis, el paraíso.


(Y antes de saber qué decía el apunte del cuadernito, hagan el ejercicio de sentir la intriga.)

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