Nuestra ciudad

viernes, 30 de julio de 2010 0:02 Publicado por Maga

Por: Sandro Bozzolo

Dice que en la ciudad donde nació la gente que escribe no es aquella que mejor 
lo hace, y con "mejor" se definen parámetros técnicos, pero sobre todo, pasionales. Carnales. Escribir porque no hay alternativas, por ejemplo. Según el instinto. 
Alguien más le agradece haberlo "traído" - usa este preciso verbo - a este 
espacio en donde las leyes de la cotidianidad, de lógica - ilógica y de la 
rutina (las mismas leyes que nos empujan a "especular y divagar") pierden todo 
su significado y su valor, y empujan a sentarse frente a una pantalla-espejo 
hasta que "la parte baja de la espalda empieza a doler"... 
Ahora. Yo no sé cual es "la ciudad donde [ella] nació", pero es bastante 
parecida a la donde nací yo - y que no puedo llamar "mía". Y puedo asegurar que 
por lo menos 10.000 kilómetros corren entre los dos, así que....todo el mundo un 
país. Esto nos pone entonces a reconfigurar diametralmente nuestros parámetros 
sobre el concepto de "ciudad", del lugar al cual pertenecemos: por como la veo 
yo, si tenemos que construirnos una identidad de pertenencia, por lo menos que 
no sea desde un punto meramente territorial.  
Me viene a la cabeza lo que se decía más abajo. Este cuento de la realidad, de 
la irrealidad, de la virtualidad. Me viene a la cabeza porque, en esta 
irrefrenable caída hacia los abismos de la pre-postmodernidad, tratando de 
sacarle lo positivo siempre, vivimos ahora la posibilidad de crear "nuestra" 
ciudad. Que es, ni más ni menos, esta. Un lugar vivido y construido por 
nuestros verdaderos similares, gente que comparte características más profundas 
y menos arbitrarias que sencillas razones de idioma común, o sangre, o lugar de 
nacimiento. Verdaderos conciudadanos. 
No sé los demás, pero yo verdaderamente creo en esto. Por pequeñas razones 
de experiencia, de trocitos de vida vivida, pero sobretodo por lo que siento 
cuando me enfrento a la “realidad” que describe Adriana: ganas de refugiarme. 
De correr a mi casa, entre mi gente, para reconocer el olor de pensamientos 
escritos por otros, que yo me limité a…pensar.

Por esto, y por todo lo otro anteriormente dicho, ella está en lo cierto: 
…tenemos ahora otros compromisos que no podemos (debemos) evadir.

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