El (nuevo) gusto por las letras

jueves, 29 de julio de 2010 2:14 Publicado por Maga
Por: Gastón Oberti



Cuando comienzas a sentir ese viejo y querido dolor en la parte baja de la espalda (justo sobre la cintura) es cuando te das cuenta de que hace horas tu cuerpo no cambia de posición, que las piernas se entumecen, te duelen un poco las manos, no tienes la más remota idea de qué hora es, tu café esta frío y tus pies aún más. Es que hace rato ya, que estas sentado frente al teclado pensando. Sí, pensando. 

Escribir… ¿por placer? ¿A quién se le ocurre? Los que hablamos con la voz de la experiencia y llevamos toda una vida (bueno, está bien; toda una semana) escribiendo sabemos perfectamente que escribimos por necesidad, no por placer. Que plasmar en un documento ideas, pensamientos, proyectos o lo que fuere te de cierto placer es otra cosa muy diferente. ¿Que cómo lo se? Pues, porque alguna mente enferma me llevó casi a punta de pistola a escribir algunas cosas, y luego le fui agarrando el gustito. Inmediatamente, otra mentecita bastante más cercana al Ecuador y bastante menos enferma que la mía se entusiasmó con la idea, no sólo de tener un amigo uruguayo, sino un amigo uruguayo que, a su vez, escriba…

Este individuo un tanto vago para las letras no puede hacer menos que reconocer que ha sido una experiencia sumamente positiva, con efectos colaterales benéficos, que arrastraron consigo muchos días de mal humor y pensamientos tristes. Dice también que logra reconocer un antes y un después y que no sabe si escribir es una consecuencia de haber sufrido durante tanto tiempo un profundo estado de desorientación y depresión continuos, o si por el contrario, es la causa y uno de los motivos principales, del comienzo de una nueva etapa, marcando la salida de aquel agujero anímico tan oscuro y tenebroso. 

De todas formas, escribir está directamente ligado al placer, aunque no creo se escriba porque a uno le guste. Escribir se vuelve de a poco una necesidad, sobre todo para personas tan cerradas (y encerradas) en su YO polifacético, como yo. Aunque tiene cierta cuota de egoísmo el hecho de dedicarle todos los recursos mentales a sus ideas, y dejar al resto del planeta esperando su turno mientras se escribe, no es menos importante nuestra necesidad de cumplir el rol de empleado, estudiante, patrón o jefe de familia de la mejor manera posible. Sin dudas, una gran guerra interna que no todos se animan a pelear, y que muchos menos terminan con alguna batalla conquistada.

Sin embargo, ya que todas las cosas que están ligadas al placer algún día se terminan, se vencen o se vuelven ilegales, pienso dedicarme a disfrutarlo mientras exista un poquito de creatividad y algo interesante para plasmar en un .doc. Pero tiempo al tiempo, que el trabajo, la familia y las mascotas reclaman sus quince minutos y por más que lo intentemos no podemos ignorarlos.

Le agradezco enormemente a Adriana haber traído desde tan lejos esa llave que abrió puertas hacia caminos hasta ahora desconocidos, pero que resultan tan entretenidos como relajantes. Sólo espero que la agotadora rutina no me lleve a terminar como su amiga, pues ya de administrativos robóticos, el mundo está lleno y seguramente no necesitamos otro. Y para la espalda y las piernas un pequeño estiramiento y una caminata hasta la cocina. Dos minutos de microondas para el café y al teclado nuevamente, que pensar sigue siendo gratis y hasta podemos llegar a disfrutarlo. 

0 Response to "El (nuevo) gusto por las letras"

Publicar un comentario

¿Qué opinas tú?