Confesiones de fin de era

lunes, 2 de agosto de 2010 1:15 Publicado por Maga
Por: Xëh Reyes



Que nos manejan la vida, dicen los de la teoría de la conspiración. Que ya no hay valores, dicen los tradicionalistas. Que el arte muere, dicen los románticos. Que ya no se puede creer en la política, dicen los jóvenes.  Y así, podríamos seguir con una lista interminable de quejas y reproches, sobre lo que se ha convertido este final de era. Para los que llegaron tarde, les cuento que estamos en final de era. La llamada Postmodernidad, empieza a vislumbrarse aún bastante lejana, y la era moderna en la cual nadamos actualmente, nos está llevando a lo más profundo de sus aguas. Necesita, antes de irse, llevarnos a sus extremos, a sus oscuridades, a lo que hay en el fondo, a nuestro propio exterminio.


El Narrador de este blog, ha ido recopilando cada una de nuestras historias en una sola. Y al leer su cuentecillo es fácil notar cómo nos quejamos, renegamos y repensamos una y otra vez, los tiempos que estamos viviendo. Desde Baudelaire y “Las Flores del mal”, pasando por Chaplin y sus “Tiempos modernos”, hasta “El fin de la modernidad” de Gianni Vattimo, algunos humanos que piensan en demasía le han dedicado gran parte de su tiempo, a un tiempo que se le acaba el tiempo: la modernidad. Nuestros amigos colaboradores del blog, y ustedes, posibles lectores, estamos aquí por un mismo motivo, entender hacia dónde vamos caminando. Algunos filósofos nos han ayudado a vislumbrar el siguiente paso: la bien conocida postmodernidad que aún está muy lejos de nuestras cabezas.


Mudar de era representa mudarse de casa, es decir, antes de llamar al camión de la mudanza e irnos al que será nuestro próximo hogar, debemos recoger y limpiar nuestra casa actual. Con esta analogía bastante boba, pretendo decir que antes de pasar a la postmodernidad, debemos acabar por completo con esta modernidad, debemos dejar que la propia modernidad acabe con todos sus valores, aniquile sus propios principios, así señores, los que sobrevivan podrán ser hombres libres. La razón moderna es bastante histórica, está basada en la materialidad, y lo que ella considera real. Sin embargo, este mundo moderno empieza a transformarse en un mundo donde la vida social se sitúa en este espacio virtual, nuestros documentos más preciados se traducen en números y códigos binarios, donde los blackberrys son el eje de la colectividad y donde los videojuegos se han convertido en un agujero a través del cual desdoblamos la realidad que nuestras mentes modernas conocen, no sin antes desaparecer los límites entre lo real y la ficción. 


Esto que conocemos como modernidad, el capitalismo, la pluralidad, la descentralización de las ideas – pero no del poder- , Dios y la historia, ya debieron morir. Pero aquí viene mi hipótesis, esta modernidad en crisis, que ve cómo todos sus ejes se desvanecen: la crisis financiera, el boom de los sacerdotes pederastas, los eslabones perdidos no encontrados, la indiferencia política juvenil, y la extrema pluralización y segmentación de la sociedad; no nos dejará aún, por más que algunos quisiéramos. Basta con observar una sociedad tan primitiva como la barranquillera, una de las sociedades más modernas que existen en el mundo, de esas que aun basan todo su ser en las divisiones socio económicas, la burocracia, el poder y las apariencias; los apellidos, los clubes y la discriminación; los contrastes sociales, el fanatismo religioso y la credulidad en el gobierno, para entender que aún nos falta un largo camino para llegar a la post modernidad. 


Lo que estamos viviendo es el coletazo de esta modernidad, o en otras palabras, la estrategia de la que se vale esta “híper modernidad” para llevarnos a todos nuestros extremos antes de morir. Y yo concuerdo. Debe ser el proceso natural por el que debe atravesar un ser humano -creyente de todo, menos de su propia realidad, que no digiere el significado de su época y de su propia existencia- antes de poder racionalizar la maravilla que nos depara una era postmoderna. 



Para concluir creo que no vale la pena seguirnos quejando de la desaparición de eso que más queremos, ejemplo: el arte. No vale la pena renegar de la sociedad actual, la cual está condenada a exterminarse por sí sola. No vale la pena, tampoco, que sigamos divagando con aires nostálgicos. Sólo nos queda soñar con un pronto fin para esta era, y recibir de brazos abiertos el post que nos espera.   Y digo soñar, claro, porque no estaré viva para verlo, me conformaré con disfrutar el momento que me tocó vivir: la gran ruptura.

2 Response to "Confesiones de fin de era"

  1. Anónimo Says:

    Muy bien María Cecilia Reyes Redondo.... gracias por dejarnos recordar que somos hijos e hijas de nuestra propia era, de nuestra historia colectiva y personal... Bien podemos contribuir a agrandar esa Ruptura...

  2. Anónimo Says:

    hoy dia HAY decentralización del poder, mi querida segnorita. deja los libros y mira alrededor.

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