Las infinitas posibilidades de la música

lunes, 16 de agosto de 2010 23:54 Publicado por Maga
Por: Adriana Carrillo

Dice el dicho “dime con quién andas y te diré quién eres”. Así mismo lo pienso en relación a la música y los libros. Somos lo que oímos y lo que leemos. Y eso nos permite también, crear vínculos o separarnos de la gente. Tengo problemas siempre cuando invito tanto a amigos como familiares a mi cumpleaños. Para mi familia, yo escucho música “muy intelectual” que, naturalmente, comparto con mis amigos, y que los demás reciben con desaprobación y hermetismo. Actitud que, de seguro, tengo yo también ante lo que ellos escuchan. Tendría razones con las cuales argumentar por qué me parece que una cosa es mejor que otra, pero ahora pienso que no soy quién para hacer algo tal. Y todo por la única razón de que no podría juzgar la experiencia: íntima, personal, que alguien puede llegar a tener con lo que escucha. 


No importa qué música te guste, siempre existirá un escenario donde eso que despierta en ti las más fuertes emociones no valga nada. Es a la vez tragedia y grandeza ver la hermosura, por ejemplo, de las interpretaciones de Bill Evans (que estaría cumpliendo años hoy 16 de Agosto) y que no puedas explicarlo casi a nadie. Pero, sin demeritarlo, veo que nadie podría explicarme a mí el acto de escuchar música para no pensar en nada. Música para no pensar. Será algo que jamás entenderé, pero mi disposición está volcada al absoluto respeto de esta práctica, con tal de ser respetada en mi actitud contemplativa, que algunos, y lo sé con certeza, observan con lástima. 


Mi papá me dice a veces, a modo de reclamo, que no le ve gracia a lo que escucho (sólo algunas veces; otras, por ejemplo, se deja explicar la importancia de Kind of blue en la historia del jazz). Lo cómico es que cuando habla de mí a otros les dice, como una de las referencias: “a mi hija le gusta mucho el jazz”. Supongo que para cualquier persona “escuchar jazz”, otorga cierto estatus intelectual. Yo no le veo diferencia a la devoción con la que alguien puede escuchar a John Coltrane y otro a Diomedes Díaz. Son universos muy distintos, pero intensidades semejantes. De hecho, una misma persona podría escuchar ambas cosas con la misma entrega. 


Si hay un estatus que, para mí, supere cualquier nivel de lo que sea es el de respeto. La elevada postura de la tolerancia. Y la apertura, que no se trata de ninguna capacidad camaleónica, pero sí de disposición. Es eso lo que admiro y busco. No me cabe duda, además, que existen esos puntos de convergencia en los que al voltear estamos todos moviendo los labios en dirección a las mismas líricas, pues si de algo estoy convencida es de que la música todo lo puede. Como por ejemplo, juntar blancos y negros en torno a los mismos ideales en pleno auge de la segregación. Así como en este video de Paul Simon cantando en contra del Apartheid que, por cierto, descubrí esta tarde en un hermoso almuerzo familiar. 

1 Response to "Las infinitas posibilidades de la música"

  1. Manuel Dueñas Says:

    Me sentí muy bien aludido con eso de Coltrane (Blue Train, pongamos) y Diomedes. Y suscribo la columna. De hecho, es un buen pie para reflexionar alrededor del estatus "intelectual" del jazz.

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